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Sant Feliu y las rosas

   
 
 

Las rosas en Cataluña

Es a finales del siglo XIX y sobretodo a principios del XX, cuando el cambio del concepto de ajardinamiento y de cultivo, los avances técnicos y la moda de viajar, hará que se desarrolle en España y en Cataluña, de una manera especial, el campo de la roserística.

En este sentido es preciso nombrar a Joaquim Aldrufeu como uno de los pioneros en la aplicación de las nuevas técnicas genéticas en la hibridación de rosas. La producción de Joaquim Aldrufeu era de tal magnitud que en el año 1890 ya había editado dieciocho catálogos con más de trescientas cincuenta variedades de rosas.

Por otro lado, el nombre de Joaquim Aldrefeu se ha de tener en cuenta también, porque resultó ser unos de los maestros conseguidotes catalanes destacados, entre los que se encuentra el santfeliuense Pere Dot Martínez, conseguidor por excelencia y referente obligado en el mundo de la roserística a nivel mundial.

Las rosas en la comarca y en Sant Feliu

No es casualidad que cuando se habla de cultivo de la rosas en Cataluña se piense en la comarca del Bajo Llobregat. Son bastantes los nombres ilustres de la roserística catalana y española vinculados al Bajo Llobregat: Camprubí, Torreblanca (la finca de los marqueses de Monistrol que reparte su propiedad entre Sant Just Desvern, Sant Joan Despí y Sant Feliu de Llobregat, famosa por el cultivo de rosales prácticamente hasta la década de los setenta del siglo pasado), LLorenç Pahissa, Pere Dot y sus herederos.

Pere Dot Martínez comienza en el mundo de la horticultura de la mano de su padre Simón y acabará fundando una estirpe dedicada a la obtención de rosas que se ha prolongado durante tres generaciones.

Sus inicios no fueron nada fáciles. Después de discutir con su padre por querer dedicarse a la floricultura, se traslada a trabajar con Joaquim Aldrufeu. El interés por la horticultura y de forma especial por la floricultura le llevó a viajar a Bélgica y Francia. Fue concretamente, en París donde descubrió a través de una publicación su verdadera vocación por la rosas.

De hecho sus inicios como obtenedor los consigue con dos rosas de origen francés (Mme. Ravary y Mme. Edouard Herriot) de los que resulta la variedad Margarita Riera.

A partir de aquí su producción irá creciendo de la mima manera que su prestigio. Es a partir de 1936 cuando comienza a investigar en la obtención de rosas pequeñas, más conocida como miniaturas, hasta el punto de conseguir la rosa más pequeña del mundo, a la que dio el nombre de Sí. El nombre de la rosa se debe a la respuesta que dio cuando le preguntaron si era la más pequeña del mundo; Pere Dot respondió con un sí, de aquí su nombre. En relación a las miniaturas destacan también, Perla de Alcanada, Regina, Perla de Montserrat o Para ti.

Pero los retos no habían hecho más que comenzar y a partir de ahí trabajó para hacer rosas más estilizadas, con el tallo más largo, hojas más grandes y colores nuevos. Respecto al color hay que decir que su hijo Marino Dot consiguió una rosa muy oscura que presentó en sociedad con el nombre de Tarradellas.

Enric Farreras

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